Salud mental y conexión con la naturaleza
Nuestra relación con la naturaleza, cuánto pensamos, apreciamos y sentimos nuestra conexión con el entorno natural, es un factor crítico para una buena salud mental y para la prevención de estados mentales patológicos.
La naturaleza es una necesidad importante para los seres humanos y es vital para mantenernos emocional, psicológica y físicamente saludables.
Un espacio natural puede tener una amplia definición. Podemos hablar de espacios verdes como parques naturales o bosques, azules como ríos, humedales, playas, lagos. También incluye parque urbano, jardines privados, calle arbolada, o las plantas de interior o de balcones y ventanas. Incluso ver documentales sobre naturaleza se ha visto como positivo para nuestra salud. Esto es una buena noticia pues significa que la salud mental de todas las personas puede beneficiarse de la naturaleza sin importar dónde vivimos.
En investigaciones se usa el término “conexión” para describir la relación ideal, y “conectividad” se refiere a la forma en que nos relacionamos y experimentamos la naturaleza. Así, una fuerte relación con la naturaleza significa sentir cercanía y un apego emocional con el entorno natural que rodea a cada persona.
Intuitivamente, la mayoría de nosotros sentimos que pasar tiempo en la naturaleza es bueno para nuestro bienestar. Sin embargo, en nuestro mundo civilizado existen desigualdades y barreras que implican que no todo el mundo sea capaz de conectarse con la naturaleza de manera óptima . Los estudios han encontrado que el bienestar está relacionado, en parte, con la cercanía con la que vivimos a los espacios naturales, los árboles en los parques y calles o los jardines privados, tanto en entornos urbanos como rurales (Jiricka-Pürrer et al., 2019; Kruize et al., 2020) . Pasar tiempo en espacios azules y espacios verdes está relacionado con una mayor satisfacción con la vida, menores niveles ansiedad y mayor felicidad (McMahan & Estes, 2015). El contacto con la naturaleza genera un aumento de emociones positivas y sentimientos de vitalidad, y una disminución de emociones negativas; también alivia el cansancio mental y proporciona una mejora en nuestra capacidad de atención (Lackey et al., 2019). Además, la investigación en diferentes contextos demuestra los efectos positivos de la exposición a la naturaleza. En un estudio se vió que en el lugar de trabajo las personas con ‘exposición alta’ a la naturaleza (tomando descansos más frecuentes para pasar tiempo al aire libre en espacios verdes) informaban de un compromiso laboral significativamente mayor en comparación con los participantes en el mismo estudio que tenían una ‘exposición baja’ a espacios naturales (aquellos que pasaban más tiempo en oficionas o que pasaban sus horas de descanso bajo techo).
Hay maneras en que podemos desarrollar nuestra conexión con la naturaleza. Actividades que implican los cinco sentidos (la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído) pueden ayudar a desarrollar nuestra conexión con el mundo natural, al igual que las actividades en las que sentimos emociones como la compasión, percibir la belleza o encontrar significado en naturaleza. Por ejemplo, podríamos apreciar la belleza de la naturaleza al escuchar atentamente al canto de los pájaros o tocar la corteza de los árboles o la arena de la playa, oler las flores, degustar pequeñas porciones de plantas aromáticas, sentir la tierra entre los dedos mientras plantamos bulbos en el jardín o en una maceta también son formas muy efectivas de conectar con la naturaleza a través de nuestros sentidos. No es necesario tener que estar en la naturaleza para sentir el mundo natural: escribir un poema sobre nuestro lugar natural favorito o reflexionar sobre nuestro paraje especial nos ayuda a darnos cuenta, considerar y hacer una pausa consciente para apreciar las cosas buenas de la naturaleza.
En las investigaciones se ha visto que la gente con buena conexión con la naturaleza tiene mejor carácter y tiende a ser más feliz e informan de un mayor sentido de la vida y de la trascendencia.
La naturaleza puede generar una multitud de emociones positivas, como tranquilidad, alegría, creatividad y puede mejorar la concentración, la memoria y el rendimiento cognitivo.
La conexión con la naturaleza también está asociada con niveles más bajos de problemas mentales; en particular, menores niveles de depresión, ansiedad y estrés.
Y no es sorprendente que las personas con una fuerte conexión con la naturaleza también tengan comportamientos “pro-ambientales” como comer más sano, consumir productos de temporada, reciclar, etc. y cómo no, usar medicina natural, como la naturopatía y la aromaterapia.
Es probable que esto conduzca a beneficios adicionales, como a desarrollar un sentido de comunidad local, apoyo mutuo y cercano entre las personas y una acción de protección sobre el entorno cercano.
Verde y sereno
Los espacios naturales de “calidad alta” tienen un efecto más potente sobre nuestro bienestar. Se entiende más calidad como mayor diversidad (una amplia variedad de plantas y vida silvestre). Esto es especialmente relevante cuando hablamos de espacios urbanos y se refiere a la cantidad de ’“verde’” en árboles, plantas y césped, la variedad vegetal y de vida silvestre, y los paisajes serenos, tranquilos, silenciosos y limpios disponibles.
La limpieza, la ausencia de basura, en espacios naturales es también un factor que influye en los beneficios de pasar tiempo afuera para nuestra salud mental. Así, las áreas naturales más limpias se relacionan con tasas más bajas de depresión.
La naturaleza está en todas partes, pero naturaleza de alta calidad no se encuentra disponible para toda la gente por igual. Las zonas donde residen las personas marcan el acceso a zonas naturales de calidad y desde luego, las comunidades desfavorecidas tienen en general menos probabilidades de vivir cerca de estos espacios naturales de calidad. En encuestas se ha visto que las personas que viven en áreas urbanas tienen menos conexión con la naturaleza que aquellos que residen en áreas rurales, e incluso esta diferencia se aprecia entre los que tienen jardines y los que no los tienen.
Los adolescentes y adultos jóvenes pueden encontrar muchas barreras para conectarse con la naturaleza. También las personas con discapacidad o alguna enfermedad inmovilizadora a menudo enfrentan barreas de accesibilidad a rutas naturales.
La Teoría de la Reducción del Estrés (SRT) fue desarrollada por los psicólogos Ulrich et al. (1991) para explicar nuestra necesidad de experimentar los elementos naturales. Esta teoría establece que cuando observamos escenarios naturales, como bosques o ríos, experimentamos sentimientos y emociones positivas que tienen un efecto reparador y calmante.
Richard Louv creó el término “trastorno por déficit de naturaleza” en su libro “Last Child in the Woods” (el último niño en el bosque). Louv argumenta que los niños no pasan suficiente tiempo al aire libre en la actualidad y sufren por ello una serie de efectos negativos como consecuencia de la deprivación de tiempo en la naturaleza. Entre estos efectos negativos se encuentran dificultades de atención, obesidad, depresión y disminución del uso de los sentidos. Las afirmaciones de Louv respaldan la investigación que encuentra que el desapego de la naturaleza tiene efectos fisiológicos negativos de largo alcance. Se alienta a los padres a pasar tiempo con sus hijos en la naturaleza y participar en actividades recreativas al aire libre con la mayor frecuencia posible. Desarrollar hábitos saludables en los jóvenes parece ser una actividad que vale la pena emprender.
Los estudios del shinrin-yoku japonés (baño en el bosque) han comparado cómo reacciona el cuerpo al estar inmerso en la naturaleza con estar en un entorno urbano, y confirman los efectos calmantes de estar en la naturaleza, con beneficios tanto para la salud física como mental (Rajoo et al 2020).
Algunos investigadores han analizado los efectos positivos generales de la naturaleza y consideran que los poderes curativos de los bosques se deben en parte a los COVBs (compuestos orgánicos volátiles biogénicos) o sustancias emitida por las plantas, y que incluso la exposición en interiores a estos puede mejorar la salud y la función inmunológica (Song et al. 2016).
Si conectarse con la naturaleza es bueno para nosotros, tiene sentido que cuanto más tiempo pasemos conectado a ella mayor será el beneficio. Investigaciones recientes han analizado cuál debería ser la “dosis” semanal de tiempo en la naturaleza y se ha descubierto que dos horas a la semana es una “dosis” que mejora significativamente la salud y el bienestar (White et al. 2019). Preocupantemente, en países como el nuestro esta dosis está muy lejos para la mayoría de las personas que viven en ciudades y la mayoría de los pueblos desde más de 30.00-50.000 habitantes. Curiosamente, sin embargo, cuando se mide el tiempo y la calidad de la conexión, el tiempo aparece como una variable menos importante y es la calidad de nuestra relación con la naturaleza lo que contribuye a su imparcto positivo en nuestro bienestar ( Dobson et al. 2020). Esto sugiere que deberíamos centrarnos en encontrar formas efectivas de interactuar con la naturaleza, ya que sabemos que la conexión con la naturaleza influye en un feedback positivo de pasar más tiempo en la naturaleza.
Usar los aromas naturales de aceites esenciales puros 100% obtenidos de forma sostenible y de fuentes de confianza es una manera de crear una relación íntima con la naturaleza que nos empujará a querer conectar más con ella, con la Madre Naturaleza. Y esto es en realidad el comienzo de un camino iniciático y un ciclo virtuoso.
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